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lunes, 7 de enero de 2013

Escuela de Padres- Ene/2013: HÁBITOS DE UNA BUENA ALIMENTACION

HÁBITOS DE UNA BUENA ALIMENTACIÓN


1.   Consultemos y Debatamos
Nuestro hijo/hija crece de manera acelerada. Hasta los seis meses fue alimentado exclusivamente al seno materno y por ello ha crecido muy bien, libre de infecciones y afectivamente seguro. A partir de esa edad necesitamos que, además del seno, se le brinden otros alimentos. Como estos nuevos alimentos vienen a complementar el seno materno los llamamos alimentación complementaria.

Para su desarrollo adecuado necesita una alimentación suficiente, adecuada, balanceada, completa. Ante la rica variedad de alimentos que encontramos en nuestro país, a veces nos preguntamos qué utilizar y en qué medida para que nuestro hijo crezca sano. Para orientarnos podemos decir que los alimentos son como un tren de siete vagones:
  1. En el primero van los cereales, las raíces, los tubérculos y los plátanos. Aquí están, por tanto, el arroz, el maíz, la yuca, la papa y el plátano en sus diferentes variedades.
  2. En el segundo vagón viajan las hortalizas, verduras y leguminosas verdes. Se encuentran en este grupo auyama, zanahoria, acelga, espinaca, repollo, brócoli, apio, habichuela, pepino, lechuga, tomate y muchas otras.
  3. En el tercero encontramos las frutas. En este vagón podemos disfrutar de la papaya, el banano, la manzana, ciruelas, granadillas y curubas, duraznos y guayabas. Recordemos que nuestro país es muy rico en esta clase de alimentos.
  4. En el cuarto vagón hay carnes, huevos, leguminosas secas y mezclas de vegetales. Aquí hallamos pollo, carne, pescado, atún, fríjol, arveja, lenteja, garbanzo, habas y la bienestarina.
  5. En el quinto vagón hallamos los lácteos. Con su enorme variedad como la leche, el kumis, el yogur, la cuajada, el queso y el suero costeño.
  6. En el sexto van las grasas. El aceite vegetal, la margarina, la mantequilla, el aguacate, el coco.
  7. En el séptimo vagón de este tren tenemos los azúcares y dulces. Aquí están el azúcar y la panela, el arequipe, la miel y las mermeladas.
Para proteger nuestra salud es necesario tomar agua y comer diariamente, de manera balanceada, alimentos de cada uno de los siete grupos o vagones. Cada uno nos sirve en un aspecto determinado. En el ejemplo del tren, en el cuarto y quinto vagón están las proteínas que encontramos en las carnes, huevos, leguminosas y lácteos, que son como los ladrillos con los cuales edificamos nuestro cuerpo. Los carbohidratos y azúcares que hallamos en los vagones primero y séptimo son muy ricos en calorías, con los que logramos que el niño y la niña dispongan rápidamente de calorías o energías para sus juegos. Las frutas y las verduras nos facilitan fibra y vitaminas.

Los niños en los primeros cinco años crecen muy rápido y son muy activos; por ello, si su alimentación no es suficiente presentan mayor riesgo de desnutrición. Hay que animarlos a que coman porciones de cereales, hortalizas, frutas, carnes, huevos, leguminosas y lácteos en cantidades suficientes. Y si los ofrecemos de forma variada y en presentaciones diferentes probablemente no resistirán la tentación de probarlos y consumirlos.

Si debemos hacer la lonchera para llevar a la escuela o al colegio, utilicemos alimentos como yogur, kumis, queso, jugos, frutas, galletas, panes y alimentos preparados en casa.

Hasta los dos años, los niños viven la época de mayor crecimiento, sobre todo el primer año de vida, cuando el ser humano es capaz de triplicar su peso en doce meses, lo cual justifica ofrecerles una buena carga de proteínas.

Después de los dos años el niño crece a un ritmo más lento pero también es eminentemente motor, aventurero, investigador. Para cumplir con esta difícil tarea de crecimiento y desarrollo el niño debe ingerir abundantes proteínas, por lo que cerca de cada tres horas tiene deseos de comer. Si es alimentado con leche materna (que se digiere con más facilidad) el vaciamiento del estómago es más rápido, razón por la cual solicitará alimento mucho antes de lo que lo haría si recibiera leche de vaca.

La comida entra por los ojos. Procuremos entonces que su aspecto sea agradable y variado. Son los padres quienes ignoran con mucha frecuencia que cada niño es único e irrepetible, dueño de una mente, un corazón y un cuerpo que le disponen a explorar los alimentos así como lo hace con el mundo, según el color, la textura, el sabor y el olor. El niño puede escoger sus alimentos de la misma manera que lo hacen el padre, la madre, el hermano mayor.

Por lo general, si el niño ve que los adultos disfrutamos la comida participará también. En la medida de lo posible debemos permitirle que coma por sus propios medios y en la cantidad que quiera. Si la actitud de los adultos hacia la comida es sana la del niño también lo será.

Nuestra preocupación por darles una buena alimentación no nos debe llevar a caer en el otro extremo. Muchas madres y padres se obsesionan por la comida de los niños, creen que si es gordo eso significa que es sano. Es un mito muy común creer que los niños pequeños deben ser gorditos, al igual que ver la delgadez en las adolescentes como un signo de belleza.

2.   Comprometámonos y evaluemos
Hagamos del acto de comer un momento de placer, una ocasión de compartir.

No obliguemos nunca a nuestro hijo/hija a comer.

Estimulemos a nuestro hijo para que reciba determinados alimentos.

Seamos creativos: adornemos los alimentos, decoremos la mesa, elijamos colores vivos para resaltar los alimentos.

Pongamos al niño/niña en su silla de comer al lado de la de los padres en la mesa.

Durante la comida apaguemos el televisor.

Durante la comida, evitemos confrontaciones y peleas, o hablar de asuntos que generen angustia en la familia.

Permitamos que el niño elija entre las opciones de comida que se le ofrecen.

No premiemos a nuestro hijo con alimentos como los dulces, pues podría llegar a creer que los alimentos que no se dan como premio son desagradables.

Respetemos el ritmo de comida de nuestro hijo.


TAREA – PARA LOS PADRES

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